[Anywhere I Lay My Head] Amor y LSD. Sueño. Me voy arropando con la sombra de un copetudo que toca su guitarra en el gabinete de la esquina. Le pongo ojo. Es la carretera, esa línea donde nadie me espera. La caja registra los porqué de la lluvia. Bukowski se sirve un trago y Helen Adam baila. Extrañamos los globos de la infancia. Tom Waits frunce el ceño y mece su guitarra color vino. El Woodstock de la poesía reverbera en mis medias negras. “Down Down Down”, Astrid Seriese & Peter Meuris:

Como versa esa vieja y legendaria canción de “Hay mujeres veneno, mujeres imán, hay mujeres consuelo, mujeres puñal, hay mujeres de fuego, mujeres de hielo, mujeres fatal”, las letras de Tom Waits están cargadas con maletas de viaje a nunca jamás, diarios con besos indelebles, cajas de música con cuerda de violín, delicados abrazos sabor chocolate, burbujas de jabón con olor a inocencia, postales firmadas con la letra de Melancolía —tocaya de la prima de Morticia— y tantas brumas con sonsonetes de aves madrugadoras o palomas mensajeras que revolotean en los estragos de la memoria. “Jockey Full Of Bourbon”, Meret Becker con Ars Vitalis:

Buscando un torrent de un disco de Maria João, gurú del piano, por error me remitieron a un tributo a Tom Waits, en el que se incluía a João con Mário Laginha interpretando “Tom Traubert's Blues”. Dos días tardó en descargarse y hasta que lo abrí entendí la razón. Eran cuatro discos con versiones recabadas por un desconocido —seguramente, mujer— que por gusto compiló y subió a la red. Sin duda han ampliado mi base de datos, pues conocía a muy pocas de las antologadas, Diana Krall, Joan Baez, Patti Smith, Mélanie Rivaud, Cat Power, Natalie Merchant, Nastassja Kinski, Tori Amos, Sarah McLachlan, Scarlet Johanson, de un total de casi 70 (no acabé de contar). Vaya sorpresa. “Yesterday is here”, Cat Power:


En este tributo hay voces y canciones para noches en las que, recostados en un sillón, a media luz, copa en mano, en la humareda, las tentaciones color azul confunden a las sombras de nuestras manos y no se resisten a los recuerdos. Noches en las que el ayer replica que está aquí. Noches en las que, desde el mirador, nos calzamos un sombrero Tardan y desenfundamos añejos puros, guardados como un pacto con nosotros mismos, para atrevernos a romper las fotografías de viejos amoríos, cartas insignificantes, poemas deslavados, listas de deseos incumplidos. “Heartattack and wine”, Lydia Lunch:

Repiqueteos para noches en las que, bajo la luna, bailamos el juego de las sillas —zapatito blanco, zapatito azul—, mientras el gato pinto atiende las sombras y aquella casa en el desierto con la que siempre soñamos se desmorona. Noches que nos exclaman “es el fin”, hasta que la hastiada voz en el gramófono de Vamosbabe con Pascal Fricke nos deja caer la copa y la carcajada de los huesos chilla ante nuestro espejo, siempre sucio, roto o desgastado.

Si se preguntan cómo suena Waits en italiano, acento francés y portugués, aquí una respuesta. Este tributo contiene 85 reapropiaciones, de entre las que no puede faltar “I Hope That I Don't Fall In Love With You”, para un corazón de una noche de sábado como ésta, en la que el celular no suena. Ni un maldito msg.



Acompañen con café y cigarrillos.

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