La última vuelta de tuerca, el último capitulo de la saga fundacional de la cultura del hip-hop, lo único que de algún modo faltaba por pasar, era que un blanquito les rimara el culo a todos y se apoderara legítimamente de su momento histórico. Eminem fue firmado por Aftermath (Dr. Dre) en el 98 y pusieron el Slim Shady LP al otro año. En 2000 ya era el rapero más grane del planeta, con el Marshall Mathers LP bajo el brazo. Sin que nadie se diera cuenta el morrito enojado —incluso nerd— con su: “Hi, my name is... who? my name is... what?...” se coló hasta vender casi dos millones de copias de su segundo disco en la primera semana de lanzamiento, haciéndolo acreedor al record del disco con margen de venta más rápido de la historia. Y no es que los otros grandes maestros, las grandes escuelas del hip-hop no se mantuvieran también bastante ocupados: en 2000 Jurassic 5 hizo Quality Control, Outkast con su placa más ambiciosa a la fecha, Stankonia, Dr. Dre seguía promocionando su sencillo “Forgot about Dre”, Kid Koala saca su debut, Blackalicious con Nia, su primer LP, Deltron 3030 con su homónimo, Aesop Rock hizo Float (tal vez el único disco que un emcí en solitario hizo ese año que compitiera con el de Eminem).

Todos estos discos merecen ser estudiados y son grandes consentidos de la banda; pero en el caso de Eminem, su papel preponderante, el hecho de estar junto a Chuck D, N.W.A., Biggie, 2Pac, el Wu, o cualquiera de los actos que forjaron directa e irreversiblemente el hip hop, lo podemos entender a partir de una rima suya, además justo de ese año: “I don’t do black music / I don’t do withe music / I do fight music / for high school kids”. Y ya estás. Eso y lo que quepa dentro es algo con lo que un ejercito probablemente de cientos de millones esté dispuesto a comulgar. Ahora, hay que explicar lo siguiente: Eminem cuando rapea es Marshall Matters (su nombre real) o Slim Shady (su personaje). Rolas de Marshall Matters son tipo “Stan”, “The way I am” o “Lose Yourself” (la de 8 Mile). Slim Shady, en cambio, viola y mata estrellas de pop, mata a su esposa o se deshace del cadáver de su esposa con su hija en el coche, tiene a Satán por madre, mata a su madre, mata a otras personas un poco aleatoriamente, su padrastro abusó de él cuando era niño, traga y traga todo tipo de psicofármacos, insulta a y se burla de lesbianas, gays, raperos, políticos, lisiados, niños, señoras, boy bands, britney, amy, lindsay, jessica, cristina y Christopher Reeve, por mencionar los menos. Y esto en realidad significa que Eminem lo que tiene es ser increíblemente habilidoso para hacer rimas, su maquinaria perfectamente aceitada construye catedrales complejas y ágiles, en un diálogo incesante entre cultura popular, la industria musical, la sociedad gringa, el hastalgüevismo, la paranoia y otros tipos de demencia y su vida personal. Su crítica es asertiva y la clave es que es autocrítica todo el tiempo: al fin y al cabo, Eminem no es nada más que un white trash venido a más al que le vale verga.


Después de ese Marshall Matters LP, Eminem se estabilizó con dos discos bien hechos pero con poca galleta, apenas algunas canciones. Después mataron a su mejor amigo, Proof y se hizo gordo y se entregó como nunca a las pastillas, tuvo su sobredosis, se rehabilitó y poco después del año, entregó Relapse, la primera de dos entregas para el muchacho en 2009. Relapse 2 se espera a fines del año.


Primero lo obvio: “Crack a Bottle” los devolvió a la cima de un modo casi instantáneo a Dr. Dre, 50 Cent y Eminem. Ni siquiera es el sencillo oficial de Relapse pero la rola fue número uno en varias listas de populariad, 50 Cent declaró que también la quiere en su próximo disco, Before I Self Destruct, el comeback del año, de las mejores del año y nada que hacer, Emniem y 50 Cent suenan increíbles. “Crack a bottle” sí viene en Relapse y el único problema es que de los 21 tracks que vienen, este es el único así. Las demás son Eminem siendo Eminem y ya.
Tal vez la más grande falla de Relapse es la ausencia de colaboraciones. Su último gran momento fue en 2002, 2004 a lo mucho; el juego en ese tiempo cambió drásticamente. Lo prudente para Eminem hubiera sido dejarse ver junto a algunos emcís escogidos estratégicamente: como Evidence o Blu en el under o Nas o Ghostface del lado más mainstream.

Pero no, tenemos a Shady que está loco en solitario, desbordado en sí mismo, contándonos sus fantasías de asesino serial en “3 am” que de repente se ve así mismo, acá, en el McDonals lleno de sangre y pendejadas, la neta sí, pinche Eminem que no mame. Porque “Same Song & Dance” en cambio, es magistralmente gore: el beat es de los mejores del disco y en la letra viola y mata a Lindsay Lohan y Britney Spears: una en cada estrofa. En “Mom” nos cuenta como su mama le daba ensalada y papilla de valium y él se convierte en su madre y su madre es el valium y en “Insane” es donde se lo viola su jefe: “I was born with a dick in my brain / yeah fucked in the head / My stepfather said that I sucked in the bed”. Y ps acá ondas locas del Eminem. Rescatamos, además de “Same Song & Dance”, otras seis canciones a lo mucho. “Bagpipes from Bagdad” con la primera estrofa sobre su breve affair con Mariah Carey: “Locked in Mariah's wine cellar, all I had for lunch / Was red wine, more red wine and captain crunch” y también con un beat que suena a dos millones de dólares; está “Medicien Ball” en la que Christopher Reeve le dice a Eminem que ha ido demasiado lejos; “Must be the Ganja” con un flow enfermísimo y “Old time sake” que es la otra colabo con Dre y el beat suena bien a Dre. Casi todo lo demás es bastante oscuro y cursi: habla de su rehabilitación y de lo solo que está. El disco tiene momentos perfectamente sólidos, de lo mejor que ha grabado; pero son los menos. Y también queda claro que Eminem tiene un tope creativo que lo hace repetirse a sí mismo. Y que sí es una onda clavada estar escuchando a Eminem. Y bueno, todos los beats son de Dr. Dre menos el de “Beautiful” que es de Eminem y está re feo. Cuando funciona Dr. Dre lo hace contundentemente pero pasa desapercibido gran parte del álbum.

Lo verdaderamente fundamental de Relapse es que la técnica en el micro de Eminem, su métrica y su ritmo deslumbrantes, sus construcciones verbales se muestran perfeccionadas de un modo asombroso. Se ha superado a sí mismo, métricamente es impecable y variado y frondoso; está en la cima de su capacidad lírica. De algún modo, una idea trascendida en vida. Lo mejor que le pudo pasar fue dejar de drogarse y ponerse a escribir, grabar y producir de lleno otra vez. Ojalá que lo siga haciendo y forme parte activa de la comunidad de artistas que hacen avanzar al arte del hip-hop; creo que es lo más, ahora, a lo que podría aspirar.

Por supuesto, falta la segunda parte de su ciclo 2009, pero no podemos esperar alguna revelación inusitada; más bien más sorpresas en el siempre asesino multiserial drogadicto violador y paranoico mundo de Slim Shady.

Check it out; esta es la parte 1

Y esta es la 2

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