De la música y su relación con el teatro, la cultura popular de hoy heredó los conciertos y obvio los musicales. De la música y su relación con la literatura hoy conocemos a la generación Beat (sólo por mencionar un ejemplo que más adelante cobrará sentido, stay tuned) y de la relación con la crítica social, el teatro y la música hoy conocemos el Cabaret.

Si a todo esto le añadimos un poco de Marxismo nos remite directamente al Teatro Épico, legado de la dupla Kurt Weill y Bertolt Brecht, que influyó en los cineastas más top de nuestra época, incluido Von Trier. Pero como es de esperarse, detrás, arriba o delante de cualquier hombre hay una gran mujer, y en este caso está Lotte Leyna, la actriz favorita de los dos asociados. En fin, pura obviedad. Pero es cierto que a estos tres, algo les debemos, y no sólo criticas que siguen vigentes en contextos sociales distintos, sino también un cierto sazón que le da sentido a hacer teatro y a hacer música, y hacer música para el teatro. En parte, a Kurt Weill le merece un crédito por influir un espíritu que formó ciertas rúbricas en Broadway. Recordarlos, revisarlos, releerlos, y en este caso escucharlos a través de las figuras a las que influyeron, es una experiencia que debe ser retomada.




Antes debo advertir lo siguiente: mi perro, melómano pasivo, a quien no le queda otra más que responder corporalmente a la continuidad sonora del espacio que compartimos, tiene un oído particular y sus respuestas son un buen medidor cuando la música está bien hecha. Me di cuenta de esto hace tiempo cuando al poner a Dylan, su cola se movía sin cesar e incluso movía las caderas frenéticamente mientras me obligaba a levantarme del asiento para bailar con él. En este caso, no reaccionó más que con aullidos.

September Song, es un standard teatral-musical creado por Kurt Weill, pero también es el video de un concierto tributo en el 95, uno muy intimo por cierto, en el que se procuró hasta escenográficamente evocar el espíritu Waillesco en la música. September Songs también es el disco que se grabó ese día. De una vez les digo que si son puristas de la música de Weill o del teatro Brechtiano, cierren ahora esta ventana o tómenselo con cuidado, aún cuando hay ejecuciones maravillosamente operísticas por parte de Teresa Stratas y Mary Margaret O´Hara, hay otras muy atrevidas; igual valen la pena ¿qué sería de nosotros sin la cultura del remix? Sobre todo en estas fechas.


Hoy presento un disco que reinterpreta los éxitos de la música de Kurt Weill, es cierto, en algunos casos las despojaron de su carácter teatral, pero nunca les quitaron dramatismo, le ha dado mayor prioridad a la experimentación y readaptación de su música: cada artista plasmó un estilo diferente y radicalmente distinto al de la Alemania Industrial, y justo por eso, no deja de ser interesante, aun cuando han pasado más de 10 años desde la fecha en que se firmó.

Encontramos a la tremenda "Mack The Knife", escrita originalmente en Alemán por Brecht y cuya traduccion introdujo Louis Armstrong a la cultura popular gringa, pues bien, esa irrumpe en sendos platillazos, lamentos performáticos con tubas y toda su instrumentalidad (buee, un tanto sencilla en este caso, pero no por eso desdeñable), con todo el estilo de Nick Cave.

También encontraremos reliquias del pasado como “Pirate Jenny” en voz de Lotte Leyna, la musa, la esposa, el amor de Kurt Weill, co-creadora del personaje de Jenny. Me enteré casi a manera de rumor, que muy a su pesar la obligaron a suprimir su hermosa voz para interpretar a Jenny ( poor Jenny!) en la Ópera de Tres Centavos. Una diva de ese calibre, sólo por amor pelea con su marido y su socio, otros dos egos cascarrabiosos, por defender lo que por derecho, y disciplina, le corresponde, y termina por ceder; para una gran voz, actuar como cantante no profesional, presentarse así, procurarlo y despojarse de la soberbia o el complejo definitivamente es cosa de los grandes, es un acto de profundo respeto al arte.

Otra cuya seductora voz hubiese quedado bien para perfil de cantante no profesional, que seguro hubiese sido una molestia para los estándares de la época, es PJ Harvey; a ella le tocó colaborar en el disco intentando ponerse los zapatos de Lotte Leyna en “Ballad of a Soldier´s Wife”. PJ Harvey le pone toda la crema de sus tacos, y aún así, me quedo con la primera, sin embargo la música quedó maravillosamente acoplada y disonantemente perfecta para la ocasión.

En fin, de entre todas las colaboraciones que lo conforman, contamos con una cartera nada modesta de personalidades intelectuales, refinadas y algunas inesperadas, Lou Reed se encarga de reelaborar aquella que le da nombre al disco: “September Song”; Elvis Costello con “Alabama Song”, y luego The Persuasions en una linda versión vocal de “Oh Heavenly, Salutation”. Para cerrar con broche de oro: el Beatnik William Burroughs y su aguardientosidad, agresión poética y talento performático.



Pero, por si usted, querido lector, pensaba que ya era suficiente, no se deje apantallar con tan poco, no, el sanguinario Mack resurge de entre las cenizas para hacer una segunda aparición, ahora en su versión original, interpretada por el mismísimo Brecht y toda la cosa. Algunas de estas grabaciones son difíciles de conseguir por separado.

Ahí está, para Septiembre o para cualquier época del año, un disco lluvioso, sencillo pero muy carismático, una conjunción lograda entre música culta y música popular, aunque para paladares no tan exigentes.

Ya, sírvanse

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