EPITAFIO




Los ángeles puritanos
para disimular su vuelo,
en traje de baño
se tiran al cielo.
Villaurrutia, Canto a la primavera y otros poemas


Escuché a Enríquez (primera musa de Jaime López) en el café de El Negro, muy cerca del WTC de la ciudad de México, por ahí del 2003, mismo año en que pacté un juramento jaimelopeciano, en el cual, como vil grupie, sentencié que iría a todas sus presentaciones; aunque, lo confieso, he fallado. Modulé el furor.

La verdad es que, hasta hace poco, no supe mucho de ella, pero no olvidé su registro cálido y carnoso, así como un ligero aire a la novia de México cuando interpretaba a los Dug Dug’s. Pero bueno, recién, sin mucho que hacer, la sintonicé en un canal de TV junto a otra chica, vaya sorpresa, también del top, la cubana Yusa. Así que esa noche me puse a re-escuchar a Enríquez y su hipnótica versión de Villaurrutia: “Y mi voz quemadura”, título homónimo del disco que presentó aquella ocasión de El Negro, junto a JLo, y como me gustan sus derivas y esa melancolía, sin tristeza, de sus rilkeanos “Ángeles puritanos”, decidí subir este post:

Aquél día de El Negro, la imagen del azogue de espejos desdichados y cuerpos inermes con estacas de vampiro, me conmovieron el alma. Fue la “Catrina” —y las cervezas—, un poema de Eduardo Langagne.

Noche médula. Acercándonos al tema mortuorio, uno llega a pensar qué libros o discos se llevaría a una isla desierta y pocas veces se pregunta sobre qué canción (poema), por decir, se llevaría a su tumba. Si tuviera que elegir, seleccionaría una que bien quisiera que se cante frente a mi epitafio, “Epitafio”, también de Villaurrutia:

No quiero caer en la atrabancada apoteosis musical ni en la pomposidad narcisista, así que sólo me resta escribir que las letras (y con qué letristas: JLo y Villaurrutia) y voz de Enríquez deben escucharse con humildad. In nomine matris.
El bandoneón, bajos, percusiones (con Montse Revah, colaboradora de JLo, Cecilia Toussaint, Betsy Pecanins, Minino Garay), saxofón, teclados y guitarras acompañan a este animal nocturno —y de escenario— que es Maru, quien también habla de la rosa y en nocturnos, pero con catrinas adornadas en la garganta.

Ciertas noches, se le puede escuchar en el nuevo local de El Negro, en el café ES3 Virreyes, en el Hotel Virreyes del Centro Histórico de la ciudad de México. Si tienen suerte, podrán tararear su versión de "Soul Kitchen", en vivo:


¡Ah, qué la canción!, su voz quemadura.

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