Le Tigre - Hot Topic


En segundo de secundaria una inquietud llegó a mi vida y la compartía con 4 más, el plan conjunto era armar desde cero una banda de puras chicas. Teníamos toda la estrategia y el papel que cada quien jugaría, el nombre de la banda y hasta el título del disco, sólo nos faltaba la música, que cada quien comprara y aprendiera a tocar su instrumento. En ese momento me compré una batería de 7 tambores, me metí a clases, dejé sordos a los vecinos por un par de meses, y terminé por renunciar. Lo mismo sucedió con las demás integrantes de mi “air band”. De ahí abandoné toda expectativa hasta hace 7 años, cuando lo intente de nuevo, pero ahora con una guitarra, mismo objetivo, nuevos integrantes, todas desde cero igual, pero, al llevarlo a la práctica mi banda de ensueño tenía como baterista la caja de ritmos de mi pedalera, y en vivo era el “chama” que nos hizo el paro la única vez que tocamos frente a alguien más. No conforme con eso, la banda de puras chicas éramos dos viejas y un güey, tocando disque covers de Sonic Youth. A decir verdad, en mi segundo intento llegué un poco más lejos, por lo menos llegamos a ensayar. Ahora tengo una banda en Guitar Hero.

La cosa es que hace 7 años, se sentía una cierta ausencia de las mujeres y estaba en el aire esa inquietud que según yo era mía, pero no, en realidad era más global, había algo que nos llevó a lo que hoy tenemos: una escena femenina plagada de discursos reivindicativos, o que por lo menos se cuelgan de ahí. Viéndolo en retrospectiva, y después de un escueto acercamiento de campo en el tianguis musical de Taxqueña, me di cuenta que mis motivaciones eran las mismas que llevan a muchas a adquirir una guitarra, un bajo, o una batería por primera vez. En definitiva creo que hay algo en el rock que nos lleva a las mujeres a defender al género tocando un instrumento, y por esta razón es que pienso que la presencia de las mujeres en la música y lo que hacen en el escenario es una discusión que no puede haber terminado.

En fin, parte de ese “algo” que nos orilló a muchas a querer rasgar cuerdas para gritar que aquí estamos, lo hicieron explícito las famosas Riot Grrls, con la consigna: “no importa cómo toques, pero toca” y, como dice Kim Gordon, "las cosas pierden su contexto tan rápido” que hoy tenemos a chicas cuyo único atractivo es que apelan a un lesbianismo prefabricado y cargan una guitarra en el escenario, aunque, de plano, ni la toquen.

Ser mujer y tomar un instrumento, rápidamente devino objeto de deseo, sensualidad imposible de ser domada y estereotipo de mujer sexy, por encima del talento y el discurso serio. Pero lo peor, es que las propias mujeres lo solapamos y sacamos ventaja de eso. Esto, desde luego, tiene lugar en una industria musical que lo que menos procura es la música en sí misma, y cuya preocupación real está en dictar e imponer una “manera de ser” músico que nos ha absorbido a todos —periodistas, público, músicos, disqueras, etc. — al punto de casi, volvernos sordos. En ese contexto las mujeres son instrumentos, son diosas, divas o putas, ¿será que es cierto que ya son consideradas sólo como un músico más? Lo dudo, me parece que ni siquiera las mujeres mismas nos lo creemos.

Marnie Stern - Ruler



En fin, de por aquellas épocas del Riot Grrrlismo, sigue viva una disquera de la que me declaro fan, una que en el nombre lleva la consigna de eliminar estrellas de rock, y que en estos momentos presume entre su tropa a la legendaria Tobi Vail, baterista de Bikini Kill. En el 2007 esa disquera, KRS, firmó a quien decidieron llamar la mejor guitarrista femenina, Marnie Stern. Virtuosa de la guitarra, cuya presentación, en la página de la disquera, afirma que toca mejor que el 99% de la gente que ha mirado una guitarra. No sé si tanto así, pero realmente le mete galleta.

En definitiva si es muy buena guitarrista independientemente de ser mujer, y todo este choro es para presentárselas, pues en estos días el panorama ha estado desalentador, cabe preguntarse qué demonios significa para esta gente ser músico, ser mujer rockera, ser una banda de chicas y que significa hacer música con un discurso de género, porque una cosa es ser una música a secas, y otra muy diferente es ser mujer y agarrar un instrumento para luchar por la mujer, sin duda estas dos se separan de las que lo agarran a guasa, y con esto quieren fama, fortuna y sentirse deseadas. La verdad es que no está tan fácil, requiere además un ejercicio de autocrítica y honestidad, porque la música, en sí misma, no es ni masculina ni femenina y detrás está un aparato institucional que se la apropió como mercancia, cuyo engranaje es la escalada entre relaciones de poder que de entrada menosprecian al músico (hombre o mujer) y a la música que hace.

Pues todo esto para decir que en estos momentos escuchar a Marnie Stern, junto con muchas otras, me trae cierta esperanza frente a la indignación que me provoca el oportunísimo de muchos, hombres y mujeres. Adjunto el link de un disco del 2008, This Is It and I Am It and You Are It and So Is That and He Is It and She Is It and It Is It and That Is That (asi se llama) de Marnie Stern.

Arma una banda de chicas sin coger en el intento.

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