Revisando un “artículo” de algún “escritor” de los que colaboran para la revista en que trabajo, llegaron repetidamente a mis oídos las palabras “limón” y “cabeza”, luego —inclinándome hacia la fuente del sonido— escuché la iluminadora frase: “¡Vaya usté a ponerse un limón en la cabeza!”. “¿Qué pedo con eso?” Gritó del otro lado mi compañero. “Limón en la cabeza, qué mamada”.

Estas rusticidades me distrajeron de la samba latina que escuchaba, cada vez más emocionado. Decir que me encabroné muchísimo sería lo mismo que decir que este güey dijo una pendejada. No recuerdo qué farfullé, tal vez saqué mis audífonos. Seguramente traté de razonar algo que fue salvajemente acallado con sonidos guturales parecidos a los que emiten varios primates.

En ese momento se conectó el Hispanista más grande de Iztapalapa, mismo que me grabó los discos que escuchaba y le dije en seguida: “Nah mames con el…” tuve que revisar el nombre en el iTunes “con el Gecko Turner”. A lo que contesta: “¿Quién?” No sabía lo que me acababa de pasar.

Con toda atención repasé algunos temas al azar hasta que llegó la magnífica “Sabes quién te quiere”. Y quedé derrotado, eché hacia atrás la cabeza, era lo que quería escuchar desde hace mucho tiempo, era la consecuencia lógica de todo lo que me procuré como una “formación musical”, era soul en español. Mi lengua y mi música favorita, por fin se encontraban: “azúcar y sal”, como dice el Fernando Echave a.k.a. Gecko Turner. El güey dice “topándote”, pero lo hace con tal pericia, lo dice con una negritud tal, que suena un scat, “tum da tum dey”.



“Dime qué te quea” en donde suplica “no vaya a dar a mi amor falsa moneda” y luego canta: “drop me out a beat, / surely, surely i can’t refuse it / si suena malaje te hace dudar / dime qué de qué, dime qué de cá!!” me convenció de que estaba haciendo un descubrimiento que se iba a quedar conmigo varios años. La emoción de “descubrir”, la melomanía que se justifica y es apapachada por cada sonido del Guapapasea! Otro ejemplo: Bob Dylan suena a William de Vaugh en español: “ten cuidao… te meten de lao, / no importa que hiciste, anda de / puntillas, no lo intentes, / no lo hagas, mantén tu nariz limpia, / ten cuidado con los uniformes, / no necesitas un hombre del / tiempo pa’ sabé pa’ dónde va el / viento no, no, no...”


Chandalismo Ilustrado, el siguiente álbum, confirmó todas las expectativas, ahí estaba yo en mi escritorio, tarareando, cantando nomás la última sílaba de cada verso, moviendo las piernas: en mi momento, en mi elemento. “Tontorronea”, “Joyina”, “Coco pindá” encontraron espacio en el vacío que se crea en el pecho, justo antes de que el suspiro se haga necesario. Llegó la mejor rola que he escuchado en los últimos dos años: “Pal Perú” la apropiación definitiva del soul, no sólo por parte de Gecko Turner, como intérprete, sino para Paso Sabroso —su humilde servidor—, como devoto del género. “Ibas por buen camino, mano, y llegó este vato”, pensé perdiendo todo decoro y aplicando unos pasitos cachondos en la oficina, quitando los audífonos de la computadora, elevando el volumen al máximo… “No te vayas pal Perú”. La oficina se convirtió en bar de Nueva York, en 1970.



Cuando terminé de escuchar el segundo disco aprendí a tronar los dedos, me adelantaba al ritmo, adivinaba las rimas, me emocionaba a cada cambio de melodía que consideraba exacto, perfecto. He escuchado muchas veces que Cortázar crea en sus lectores la sensación de que están leyendo cosas que se les habían ocurrido, nada más que una ilusión. Creo que él es un hacedor de realidades. Gecko es mi Cortázar musical.

These icons link to social bookmarking sites where readers can share and discover new web pages.
  • Digg
  • Sphinn
  • del.icio.us
  • Facebook
  • Mixx
  • Google
  • Furl
  • Reddit
  • Spurl
  • StumbleUpon
  • Technorati