Buscando discos me encontré con una portadita muy cuca y en la descripción prometían soul, funk… Una compilación de lo mejor del año. Lo anterior basta para darle clic y esperar unos minutos hasta que aparezca la tan ansiada ventanita (muy cuca también) diciendo: “Todas sus descargas han concluido”.

¡Nah mames!



Ten minutes-Karl Frierson

Así empezó la movida y francamente, naturalmente, me sentí orgulloso de mi hallazgo. Pero sucedió algo que mejoró el disco, el ego de quien esto escribe y, por añadidura, todo el ambiente que me rodeaba: llegó ella. Se sentó a mi lado y, mientras le mostraba mis habilidades en la computadora, ella movía el piecito. Un divino pie envuelto en una coqueta bota de piel (Sí tenía dos pies, no vayan a creer, pero yo sólo veía uno). Cruzó las piernas y tamborileó sobre sus muslos. El trabajo le gustó tanto como la música —acaso más— y llegó un momento —cuando yo observaba sus rizos rubios cayendo graciosamente sobre sus hombros— en el que comenzó a sonar esto:



Hurry on now-Alice Russell

Me hizo repetir la canción tres veces y prometerle quemar el disco para ella. Lo demás no importa. Lo que vale aquí es el periplo de una rola a otra, un proceso que dura una hora con un minuto y en el que suceden más cosas de las que se escuchan, se ven y se sienten.

Estamos tan seguros de lo que nos pasa mientras tecleamos, platicamos y desplegamos ventanas en el monitor: todo tiene un orden. Pero suceden estas cosas y uno pierde toda certeza, en esos momentos nos auxilia la música. Y así me fui yo: de la esperanza de compartir estas rolas con una reina a la certeza de no verla más y recordarla con ellas; de la tristeza ardida de Karl Frieson (el de la primera rola que escucharon), a la esperanza impaciente de la portentosa Alice Russell (la segunda); entreví la inminente partida con un aire de seguridad resignada gracias a Gelka (”When Ya Gotta Go Ya Gotta Go”) y descansé un poco de tanta sensación emo con Guts y una extravagante y prendida versión de “Summertime”, llamada “And the living is easy!” Hay mucho más que no se incluye para no agobiarlos y para que escuchen el disco entero.



Rendezvous-Jazzanova

Copa de vino, jamón serrano, queso y un nuevo Barry White (esta última rola) o nada de eso: una coca y unos rancheritos con salsa Valentina. Stilwerk es una marca fresa para fresas. Decoración de interiores. ¡Ya sé! Van a decir: ¡Che mariconazo! Pero pus hasta allá llegan los gustos, ahí nos llama la envidia de no tener el tapete “acá”, la mesita de centro “picuda”… Esta música complementa el ambiente que crean los colores, texturas y formas que diseñan estos vendedores de estatus. Pero igual sirve para cosas mucho menos de güeva como tener contacto humano, alimentar ilusiones o simplemente, para hacerse güey.

¿O no?

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