Me dispongo a escribir parte de un texto que llevo postergando por meses… ese documento que significa el cierre de un ciclo más en mi vida. Mientras, decido acompañar la experiencia con “Hymn to the Immortal Wind”, nuevo lanzamiento de una de las bandas que mejor mezclan energía y sensibilidad: los japoneses de Mono. Le doy play y empieza la confrontación con la hoja en blanco… (y también con este post) ¿Quién ganará?

Me encuentro ante un espacio cálido… y cautivador. Empiezan las notas, sutiles melodías que surgen de la distorsión para envolverme mientras lentamente se descifran tintineos oníricos. Las guitarras como siempre desgarran lentamente mis entrañas, casi de la misma forma que el Maldoror de Lautreamont lo hace con sus víctimas… de una forma cariñosa y reconfortante. Las percusiones retumban en mi mente… no sé si están ocurriendo o aumentó el volumen de mis latidos mientras las cuerdas me llevan a mundos lejanos de memorias heredadas… nunca vividas pero si reconocibles.

La música juega con mi inconsciente… y tan solo han pasado los primeros cinco minutos, minutos que se vuelven atemporales entre texturas y sensaciones; entre emociones y recuerdos que hipnotizan. El disco me ha envuelto y mi mente forma unidad con el nuevo regalo de Mono.

Abro los ojos y el disco ha terminado… de forma gloriosa como una fanfarria para el fin del mundo. Algunos dicen que la sensibilidad de los japoneses proviene de ser los únicos que han sobrevivido a bombas atómicas… de ser el extremo más oriental; el ‘otro’ tan ajeno incluso para ‘los demás’. Experiencias esquizoides plasmadas sólo a través de una descripción: la más pura y sensible belleza a partir del caos… de la decadencia… del lado más oscuro del corazón.

Pero la música de Mono, aunque reflejara todo esto, cala por ser una sensibilidad casi inocente. Completamente universal para el ser humano. Aquel sonido que escuchamos cuando rompen nuestro corazón, cuando contemplamos el vacío que se hace en el tiempo cuando admiramos la perfección en la naturaleza, cuando reímos, lloramos y sentimos todo aquello que nos hace ser seres vivos. Es justo ahí donde Mono nos atrapa, aquel rincón íntimo, cálido y conocido que de manera casi de complicidad sólo cada uno de nosotros reconoce en el interior de la mente. Aquel momento en el que la mente genera ecos del presente, pasado y futuro y se convierte en energía en armonía con el entorno… en ese momento es cuando se concreta Hymn to the Immortal Wind en cada nota que tiene la duración exacta para sentir un vacío que nos recuerda estar vivos… frágiles… sensibles.

Y al final sólo queda el silencio.

Ahora ha dado tres vueltas el disco y aquella hoja sigue en blanco. Pero no importa… ya no soy el mismo.

MONO - FOLLOW THE MAP




Alguna vez leí que la piratería afectaba la energía de los astros... por eso aquí decimos NO a la piratería! ;-P


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